viernes, 11 de abril de 2014

AROMAS...

Sevilla son olores, y eso es así. Y más aún ahora, en Cuaresma, donde  nuestra ciudad brilla en todo su esplendor sabedora de que se vestirá de gala para recibir su Semana Grande.

Y sí, lo reconozco, soy un enamorado de Sevilla, la defiendo de quienes la critican e intentan hacer daño y al mismo tiempo siento celos cuando no soy yo quien la piropea. Me enamora por su luz, su brillo, su ambiente, su gente, su forma de ser... su todo. Pero si hay algo en especial por lo que estoy prendido absolutamente de esta ciudad es de sus olores. 


Pasear por sus calles a cualquier hora es estimulante, y vuelvo a reiterar lo de en estos días, porque ahora, en vísperas de la Semana Santa y con el mes de Abril ya avanzadete, no hay ni una sola vez que el olor del azahar de cualquier plaza no me saque una sonrisilla. 

Pero no sólo de azahares y naranjos vive el hombre, que de incienso también, y es que los señores que los venden saben perfectamente como atraernos a sus puestos, ya sea en el Salvador, Tetuán, en la puerta del Valle, la Plaza del Pan... y es que es darte ese olorcillo y automáticamente pensar ¡eh! "Esto ya está aquí".

Y que decir de esos balcones llenos de macetas y la gofetá de hierbabuena y albahaca que de ellos se desprende, una delicia vamos; o ese olor a algodón de azúcar del puesto de Puerta Jerez o el de garrapiñada de en frente del Cristina, al laito de la Torre del Oro. Son de esos olores que te transportan atrás, a una época lejana, pero que siempre han estado ahí y no puedes vivir sin ellos.


El culmen lo encontramos andando distraídamente por Tetuán, más concretamente a la altura de José de Velilla; del Blanco Cerrilo sale un olor que impregna a cualquiera que pase a cincuenta metros a la redonda, que se te mete dentro y no se quiere ir, un olor a adobo que quita to´ el sentío, y eso que sólo es olerlo, degustarlo es ya otra historia... lo bueno que está.

Yo sin estos olores no podría vivir, me faltaría algo, sin ellos Sevilla no sería Sevilla, al igual que esos olores sin Sevilla no serían lo mismo; y más si cabe, vuelvo a repetir, en estos días donde Sevilla brilla con luz propia.


Esperemos que este año la lluvia nos de un respiro, aunque parece algo complicado, y permita que salgan a la calle todas las Hermandades que llevan un año y como en el caso de varias, incluso más, esperando esta Semana con mucho trabajo, dedicación y devoción.

Son las 3:48 de este Viernes de Dolores que acaba de comenzar, se me empiezan a cerrar los ojillos y sin más me despido, sabedor de que sólo faltan varias horas para la Gloria.

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