lunes, 18 de febrero de 2013

SE OYE UN RUMOR POR LAS ESQUINAS...


A través del aire, perdido por las calles, llegó el día en el que aquel aroma fresco me llevó por el camino hasta ti, una vez más. Tu frialdad hacia mi se notaba en tus ojos, no querías verme, pero de pronto recordaste aquella luminosa mañana en el lago, y como el rumor del viento pareciera que llevase a cabo un diálogo entre la naturaleza y nosotros, susurrándonos al oído "del crepúsculo lento, nacerá el rocío", Bajaste la mirada y sonreiste tímidamente, ¡y qué voy a hacer con tu sonrisa! es mi perdición y al mismo tiempo mi salvación, hace que mis sentidos se paralicen y sin embargo es algo tan maravilloso que no puedo vivir sin ella. Volviste a mirarme, me besaste en la mejilla y te marchaste sin decir nada.

De repente, desperté sobresaltado, un mal sueño, el mismo mal sueño que me atormentaba ya varias noches. En mi habitación, sombra y luz se filtraban por la persiana. "¡Ya está bien!" me dije "abre la puertacorre, necesito volver a verla una vez más". Salí tan rápido como pude a la calle, en dirección a su puerta, pensando en todo ese tiempo sin saber de ella, sin saber como reaccionará, sin saber qué decirle... Me detuve en seco. No. Ya pasó ese momento, la dejé ir y no volverá. Se ha ido. Mientras cambiaba de dirección sonreía pensando en que ella estaría bien sin mi, y eso, me hacía feliz. "Cae fina la lluvia y se de un lugar donde ir", pensé.

El Señor Troncoso se encontraba en el mismo sitio de la barra de todos los días, me senté con él y allí me quedé ahogando en alcohol mis recuerdos de Triana y de que en una noche de amor desesperada fuimos hijos del agobio hasta el amanecer. 

Todo es de color ámbar, como el whisky, mientras llega el fin.

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