El verano me aplatana; a las pruebas me remito, la producción de entradas publicadas en este humilde blog descienden mucho; más que el Betis (ay mi Beti, que no fichamos a nadie), pero que por reclamo popular he decidido volver a escribir una mijilla, sí, lo se, todos sabemos que es mentira, que esto después de que lo escriba no lo leo ni yo; pero no se puede ser un juntaletras si no junto letras.
Pues como iba comentando, con esto del verano escribo menos, y es que es lo que tiene el verano, que no para uno quieto de un sitio a otro, que si fiestas que si festivales de música etecé etecé, aunque bueno, esto es lo que se comenta, porque yo viajar viajar lo que se dice viajar no he ido a ningún sitio aún (ya veremos la semana que viene que pasa) y entonces si no voy a ningún sitio ¿cómo es que ni escribo? Pues no lo se, aunque es posible que se deba a eso que dicen las madres de que cuanto menos haces menos quieres, o cuanto más duermes, más cansado estás, y si lo dice una madre eso es así, porque para eso ellas tienen el carnet de madres y no yo.
Que aquí por Híspalis somos unos jartibles no lo duda nadie y que echamos de menos el mes de abril más que Sabina, tampoco. Y es que nos vuelve locos ver como se coloca la rampla del Salvador, o las sillas de la Avenida o ese olor a incienso constantemente por donde paseemos.
Se que la expresión "tonto de capirote" está muy extendida y se usa cotidianamente para cualquier momento y contexto. Pero si nos ceñimos al tenor literal de la frase; no podemos evitar que nos lleguen a nuestra cabeza imágenes de nazarenos, y por ahí van más o menos los tiros de por donde voy... de todo aquel amante de nuestra Semana Santa.
Vamos, que si a mi me dicen que soy un "tonto de capirote" le diría que sí, y a mucha honra, y eso que aún no he tenido el placer ni el gusto de estrenarme en este sentido; aunque todo se andará.
Y si TeleSevilla a mediados de agosto a las once de la noche te pone a la Hermandad de Los Gitanos subiendo la Cuesta del Rosario, no tienes más remedio que quedarte embobado observando, disfrutando y viviendo como ese Cristo de la Salud, va subiendo, poco a poco, despacito, la Cuesta, sin detenerse mientras le van tocando marcha tras marcha en una estampa espectacular de belleza, armonía y pasión que no hace sino retrotaernos al momento en que estuvimos ahí, in situ, haciendo que sólo tengamos ganas de que vuelva a pasar el tiempo para emocionarnos otra vez de nuevo, con lo nuestro, con lo de aquí, con lo que no podríamos vivir sin ello.
Esto es lo que viene siendo escribir a contratiempo, porque en noviembre hablaremos de carnavales y en febrero de feria, pero bueno, siempre podréis echarle la culpa al Corte Inglés de ello ;)
"Sevilla se viste con sus mejores galas y se llena de luz, color y aromas cuando llega la Semana Santa, porque Sevilla sin la Semana Santa no sería Sevilla, y la Semana Santa sin Sevilla, tampoco"
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