Era Miércoles de Ceniza, caminaba por tus calles al igual que siempre, despacio, tranquilo, disfrutando del paseo; la noche era fresca y ya podía percibirse ese aroma tan tuyo a azahar. Fue en ese preciso instante cuando decidí que no había mejor momento para volver a escribirte, como todos los años, como siempre hago cuando llega la Cuaresma y empiezas a engalanarte para ponerte más bella, aún si cabe.
Y mírame. Metidos en la última semana de Cuaresma y sigues sin tener noticias de mí. Casi cuarenta días después no he sido capaz de escribir unas míseras letras para decirte todo lo que siento por ti.
Por falta de musas no será; porque mayor musa que tú, no hay. Puede que esta espera se deba a que quería darle un giro, una vuelta, otra manera de mostrarte mis sentimientos, una forma diferente de expresarte este amor que te tengo y como ves, más de un mes después, no he descubierto cómo hacerlo.
Y aquí me tienes, meses después, sin saber cómo terminar de decir lo que te quería decir. No sé si realmente no encontré las palabras o simplemente por vergüenza de ir habiendo dejado algo que empecé en marzo. Sea como fuere, aquí estoy; terminando agosto y con la cara "colorá" por no haberte dedicado unas letras antes.
Aunque pueda parecer repetitivo, sí, sé que lo que soy; cada día que pasa, más me cuesta separarme de ti, cada vez me resulta más complicado estar lejos de tus azahares y buganvillas. No te escribía El Pali aquello de "Estar lejos de Sevilla" por casualidad.
Y es que es así Sevilla, como diría Coque Malla, "No puedo vivir sin ti". No es normal que yo me encuentre de vacaciones en Mallorca con la "jet-set", y a los dos días ya esté loco por comerme un montadito de pringá de Las Columnas. Algo me has echado en la bebida todos estos años que está surtiendo efecto.
Es que hasta eché de menos tú calor, sí sí, como lo oyes, tus termómetros marcado 40º, hasta eso extrañé. Con tu calor me pasa como con el Betis, es parte de mí y lo quiero bajo todas las circunstancias.
No lo puedo evitar; cada vez que paso por una de tus esquinas dónde hasta en agosto huele a incienso, en mi mente se amontan los recuerdos, las imágenes, los sonidos, las ganas...
Algo tendrás cuando todo el que llega se enamora y el que ya está, no te quiere dejar.
Mírame a mí, las cuatro de la mañana y aquí me tienes, terminando algo que comencé en marzo y que ya iba siendo hora de ponerle punto y final aunque no sea de la manera que más me hubiera gustado; pero ya no podía esperar ni un segundo más sin decirte lo que ya sabes, lo que llevo diciéndote toda la vida y lo que siempre te diré.
Siempre tuyo.
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