martes, 10 de noviembre de 2015

ON ROAD

Cae la noche y de vuelta a casa. Enchufo el Ipod al Aux, la llave en el contacto y empiezan a sonar acordes que me transportan a otro momento... Enciendo las luces y ya sólo quedan varias horas de carretera; me gusta. Mis compañeros de viaje son Vincent, al que no puedo dejar solo ni un momento y la voz del GPS que me guía intentando que no me pierda de regreso a casa.

La oscuridad es total, sólo rota por los faros del coche, del que cada vez menos puedo fiarme y del que se que pronto me dejará tirado en alguna cuneta. Siguen sonando acordes, letras, ritmos, que sólo yo comprendo y se interpretar. El pie firme en el acelerador, a veces se deja venir cuando veo una luz a lo lejos; una grúa intenta remolcar un coche en la oscuridad y pienso que ese podría ser yo...

Vincent se impacienta, no es para menos, lleva una semana fuera y se le nota que tiene ganas de llegar a casa; aún queda algo más de una hora. El silencio roto por los acordes que se me clavan en el alma y el aire que se filtra por la ventanilla rota.

Me gusta, la carretera es mía, de nadie más, y no me importaría que nunca se acabase, es posible que sea porque cuando llegue no me guste lo que hay, o simplemente porque en la soledad de la carretera me siento bien. Los recuerdos se me amontonan y tengo tiempo para pensar, recordar y añorar... un tiempo pasado que como dice el saber popular, "siempre fue mejor".

La chica del GPS sigue dándome indicaciones, aunque ya no me hacen falta, se donde estoy y lo que me queda para llegar a casa. Vincent lleva tiempo sin hablar y los acordes me siguen quemando el alma...

Llego a casa y me duermo pensando si algún día... algún día. 

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